viernes, 23 de mayo de 2008

Sobre actos inmorales

Moral: Conjunto de creencias, y normas de una persona
o grupo social determinado que ofician de guía para
el obrar, es decir, que orientan acerca del
bien o del o del mal —o bien, correcto
o incorrecto— de una acción.




Tengo 4 reglas fundamentales de comportamiento en cuanto a relaciones sociales homosexuales. La primera: No se juntan el sexo y el dinero. Por dignidad, amor propio y hasta por un poquito de orgullo personal y autoestima, no se le paga a alguien para que te haga o se deje hacer el favor, no se agradece un buen favor con dinero, y no se enturbia una buena relación pidiendo prestado, y sólo se presta sin esperar que te lo devuelvan, pues un leve retraso en el pago mandará todo al carajo.
La segunda: Ni curas, ni hombres casados. El matrimonio y el presbiterado son dos sacramentos, dos condiciones de las pocas que considero sagradas, intocables. Estoy convencido que si arruino un matrimonio, o al menos le hago daño, eso, indefectiblemente, se volcará en mi contra de maneras que no sabré ni podré manejar, es malo meterse en medio de las cosas que Dios bendice como juntas. Con los curas más o menos lo mismo. Sé que algunos de ellos asumen su ministerio con menos seriedad que yo, pero ese es su peo, no mío, así que de este cuerpo NADA.
La tercera: No se mete el pene en la nómina. El enunciado original no dice "pene", pero en atención a la gente que de otras latitudes me lee y a mis lectores de pieles sensibles -que deben ser muy pocos-, usemos un término que funcione para todos. Nunca, bajo ninguna circunstancia, tengo sexo con subalternos, superiores, ni nadie de mi ambiente laboral. Se arriesgan muchas cosas que no estoy dispuesto a arriesgar, autonomía sobre todo, y la posibilidad de un escándalo, a la que le tengo menos miedo que a un chisme destructor y malintencionado.
La cuarta: Los hombres de mis amigos son mujeres para mi. Y aquí es a donde vengo.

Tengo que reconocer -aunque no me agrade su filón discriminatorio- que las relaciones homosexuales son tomadas menos en serio que las entre heterosexuales. Es cierto que gran parte de esa falta de consideración ha sido generada por el mismo colectivo homosexual que, a grandes rasgos y en gran mayoría -o en minoria muy ruidosa, no lo sé-, se ha dado a la tarea de mostrar nuestro lado más veleidoso: nuestro gusto por el sexo sin implicaciones y sin consecuencias, y nuestra disposición a tirarnos desde al mejor amigo de nuestro hermano o hermana, pasando por el esposo de la prima, al vecino de la otra cuadra o a cualquier carajo que nos guste y esté dispuesto, así sea el novio de nuestro mejor amigo, a ese que llamamos "hermana" en un alarido corta venas.
Por eso, como me conozco, como me sé capaz de cualquier atrocidad, hace algunos años me impuse como norma no mirar la entrepierna de los novios de mis amigos. Pero no siempre me sale. A veces miro, pero no toco, eso sí que no, aunque la verdad nunca me perturbó esta "limitación", pues soy de los que cree que una amistad vale más que un polvo.
Tampoco creo que esperar una ruptura sea el mejor momento para consolar a nadie, sobarle la espalda e intentar llegar a tercera base, porque ruptura entre maricos tarda como un año, y si se te ocurre revolcarte al ex de tu amigo en medio de ese proceso, serás tachado de traidor, porque -por alguna extraña razón- muchos de mis hermanos de cofradía siguen creyendo que el otro les pertenece, así lo hayan mandado al mismísimo carajo ellos mismos.
Y si de traición se trata, pues no me gusta la etiqueta y la evito, no doy razones para que me la encasqueten -merecidamente, además- al meterme en medio de dos, sean cuales sean sus circunstancias. Así que, puestas en orden las ideas, creo que está claro no hay una buena razón para meterse en camisa de once varas, pero a veces me obnubilo.
No recuerdo que sentirme atraído por la pareja de alguien más me pasara antes. Y hablo de atraído en verdad, no de gustarme, no de pensar que está bonito o buenote, no. Hablo de quererlo para mi, y aunque fui un poco lejos en mi acercamiento, nada pasó de lo que tuviera que arrepentirme luego, pero me di cuenta -una vez más- que todo es posible, que todo pasa y que soy capaz de todo-. Todos somos potencialmente traidores, sin quererlo, sin esperarlo, sin necesitarlo, odiando serlo, pero el corazón enceguece, y cuando las necesidades son muchas nos olvidamos del corazón de los otros, por mucho que los queramos.
Los hombres de mis amigos son mujeres para mi. Que no se me olvide.

lunes, 19 de mayo de 2008

Complicaciones leves

Gracias Sandum por hacerme saber
que se extrañan mis palabras

A ver
El último mes ha sido de terror. Mi y que superior inmediato estaba de vacaciones y no pusieron a nadie en su lugar, eso supuso jornadas de trabajo de hasta 14 horas en, al menos, 12 ocasiones entre mediados de abril a mediados de mayo, mucho estrés, poco tiempo para dormir -y mucho menos para reflexionar- me mantuvieron lejos de mi blog desde el 19 de abril.
Fue un mes duro por distintas razones. Gente que no veo nunca, pero que nunca dejaré de querer, decidió mantenerme lejos por razones equivocadas, lo que me hizo sentir muy triste. Una vez más la ilusión tocó a mi puerta y una vez más se desinfló sin llegar a nada. A ratos me sentí agobiado por el día a día de mi trabajo, porque el dinero nunca es suficiente o porque el corazón vive insatisfecho, eso y la falta de tiempo me mantuvieron lejos.
Pero como no hay mal que dure cien años ni cuerpo que lo aguante, llegaron mis vacaciones y con ellas un montón de posibilidades. Estoy de vuelta, y dentro de poco mis ideas volverán a ser un MEME, un rumor que brinca de ip en ip a la velocidad de la luz.
Espérenme por ahí, que no tardo.

Un pana colabora