Desde pequeño he escuchado decir que los libros son puertas a otros mundos, ventanas al saber y otra sarta de metáforas arquitectónicas que al final me traían sin cuidado porque yo leí y leo por el simple placer de adentrame en las historias y de conocer nuevas maneras de contarlas.
Algunos libros lograron llevarme más allá, me impulsaron a soñar con otras realidades, con aventuras, con una vida más sencilla en la que las reglas eran claras y el bien tenía las de ganar. De niño "El libro de las selvas vírgenes" -de Rudyard Kipling- ocupó largas horas de mi vida en las que me veía jugando con lobos, corriendo con una pantera al lado, matando a mis enemigos con un cuchillo o conversando con monos o elefantes.
Era un ejercicio íntimo en el que nada más intervenía y en el que no había nadie para recriminarme, señalarme o rechazarme por mi evidente falta de destrezas, mi aparente debilidad o por mi "sospechosa" sexualidad.
Leer fue el escape y la excusa. "¿Por qué Carlos no juega con los demás muchachitos?" preguntaba la tía insdiscreta o la vecina entrometida, ocasión en la que mi madre decía orgullosamente: "Es que el prefiere leer, déjenlo tranquilo que así no le pasará nada", mientras yo me escondía detrás de las páginas evitando el ridículo de lanzar la pelota "como una niña", de aburrirme hasta el hastío cuando tenía que correr detrás de un balón e incapaz de inscribirme en cosas horrorosas como clases de kárate.
Pero leer siempre fue más que eso, fue la ocasión de conocer, crecer, alimentar mi alma y cultivarla, comenzar a acumular los conceptos y definiciones que me permitieron, con el paso de los años, construirme una identidad propia bien fundamentada sin renunciar a la aventura de soñar mientras leía.
Me he empeñado en decir que mi vida sexual me ha convertido en gran medida en lo que hoy soy, en pensar que las decisiones que tomé sobre ese respecto me definen, pero en un sorpresivo ataque reflexivo descubro que más que mis amantes, mis libros leídos han hecho más por fundamentar al que soy ahora. Las historias, los personajes, los autores, los momentos y las ideas que generaron son lo que en verdad me ha traído hasta aquí, hasta este blog, hasta esta pasión por contar, por decir, por narrar.
No estoy hecho de aventuras sexuales, estoy construído con ideas y palabras.
Algunos libros lograron llevarme más allá, me impulsaron a soñar con otras realidades, con aventuras, con una vida más sencilla en la que las reglas eran claras y el bien tenía las de ganar. De niño "El libro de las selvas vírgenes" -de Rudyard Kipling- ocupó largas horas de mi vida en las que me veía jugando con lobos, corriendo con una pantera al lado, matando a mis enemigos con un cuchillo o conversando con monos o elefantes.
Era un ejercicio íntimo en el que nada más intervenía y en el que no había nadie para recriminarme, señalarme o rechazarme por mi evidente falta de destrezas, mi aparente debilidad o por mi "sospechosa" sexualidad.
Leer fue el escape y la excusa. "¿Por qué Carlos no juega con los demás muchachitos?" preguntaba la tía insdiscreta o la vecina entrometida, ocasión en la que mi madre decía orgullosamente: "Es que el prefiere leer, déjenlo tranquilo que así no le pasará nada", mientras yo me escondía detrás de las páginas evitando el ridículo de lanzar la pelota "como una niña", de aburrirme hasta el hastío cuando tenía que correr detrás de un balón e incapaz de inscribirme en cosas horrorosas como clases de kárate.
Pero leer siempre fue más que eso, fue la ocasión de conocer, crecer, alimentar mi alma y cultivarla, comenzar a acumular los conceptos y definiciones que me permitieron, con el paso de los años, construirme una identidad propia bien fundamentada sin renunciar a la aventura de soñar mientras leía.
Me he empeñado en decir que mi vida sexual me ha convertido en gran medida en lo que hoy soy, en pensar que las decisiones que tomé sobre ese respecto me definen, pero en un sorpresivo ataque reflexivo descubro que más que mis amantes, mis libros leídos han hecho más por fundamentar al que soy ahora. Las historias, los personajes, los autores, los momentos y las ideas que generaron son lo que en verdad me ha traído hasta aquí, hasta este blog, hasta esta pasión por contar, por decir, por narrar.
No estoy hecho de aventuras sexuales, estoy construído con ideas y palabras.