martes, 22 de septiembre de 2009

Y como su novio no era mi amigo...

Si hay algo que ha quedado demostrado a lo largo de este blog es que soy el mismísimo demonio si me dejo suelto, pero que tengo el hábito de amarrarme con una cuerda bastante corta. He dejado claro que me atrevo a reconocer cosas que la mayoría no reconocería ni en la hoguera sólo por el temor de verse sometidos al escarnio público o por evitar echar por tierra la imagen de si mismos que tanto esfuerzo y tanto disimulo les ha costado levantar.
Yo, he declarado por ahí, me he permitido desear al novio de algún amigo (Sobre actos inmorales), también he tenido dos amantes, y alguna vez hasta tres, en el mismo período de vida (¡¡¡Dios, que horror, soy hombre!!!), pero tendrán que reconocerme que siempre - o casi siempre- he encontrado las maneras de volver al carril y comportarme como la persona que he decidido ser.
Si se pudiera sacar un promedio tendría que aceptarse que soy medianamente un buen tipo y que la suma de mis acciones no arroja un saldo negativo. Claro, eso teniendo en cuenta que mis valores en líneas generales no siempre se ajustan a los de la mayoría, al menos en sus matices.
Pero creo que ha llegado un momento en mi vida en que las reglas no me sustentan y la situación las trasciende, creo que ha llegado el momento de ajustarme a la norma, lo que me permitiría escaparme de ella por sus intersticios.
Me explico: he decidido convertirme en el amante de alguien.No he decidido acabar con la relación de nadie, eso no, pero sí colocarme en una situación cómoda en medio de ella que me permita disfrutar de alguien que me gusta mucho y creo no estar rompiendo ninguna regla, pues la regla dice claramente "los hombres de mis amigos son mujeres para mi", pero el otro, el novio formal, no es mi amigo, y como dijo alguna vez Yordano por allá por los 90 "...y como su novio no era mi amigo, yo no me eché para atrás...". A ver qué sale.

jueves, 10 de septiembre de 2009

Like a bitch!

Hoy es uno de esos días en lo que lo peor de mi está a flor de piel. Estoy inconforme, a disgusto, me agobia mi cotidianidad y quisiera dejar de ser yo, el serio, el que intenta ser responsable, el que lucha por vivir la vida con madurez para convertirme en uno a quien nada le importe, a quien hacer lo necesario para lograr lo que quiere le salga natural, sin detenerse a mirar a los lados, sin contemplaciones, sin importarle nada, y sobre todo nadie.
Hoy mi piel me estorba. En días como este quisiera mostrarme como una maldita y malévola cosa a la que la gente no le importa, quisiera dejar de ansiar el amor de uno y llenar mi cama de extraños, desechables, hermosos y sensuales sin nombre que sólo existan mientras mi cuerpo lo necesite.
Hoy quisiera darle salida y cabida a mi alter ego, mi Dr. Merengue, a la otra cara del géminis con el que he sido signado, dejar de preocuparme por los sentimientos propios y ajenos, hundir en el olvido todo aquello que me hace humano y vivir como la mayoría de mis congéneres: obviando todo aquello que nos hace personas, o al menos lo más importante.
Hoy no quiero ser bueno ni precavido, no quiero ser admirado ni respetado, hoy menos que nunca me importa lo que se piense, hoy quiero ser a voz en cuello lo que muchos somos pero ocultamos, quiero dejar de sentir que esta puta vida es gris así sea tiñéndola de tintes rojos y blanquecinos.
Hoy quiero ser otro, pero hoy se acaba hoy.

Un pana colabora