jueves, 20 de enero de 2011

No se hace leña del árbol caído

Horas más tarde de publicar esta entrada me dediqué a releerla
para percatarme de una serie de errores de cohesión y coherencia,
es un texto definitivamente inacabado y con lagunas,
pero ya es tarde para lamentarse, ya lo publiqué y así se queda,
sólo me queda disculparme por el descuido.

Un amigo es como un árbol frondoso, bajo sus ramas puedes descansar, refrescarte, guarecerte mientras que si subes a ellas podrás tener un mejor punto de vista y alcanzarás a ver más lejos.
¿Cuánto no se divirtió cualquiera jugando en un árbol? ¿Quién no pasó de las horas más felices de su infancia en las ramas de un mango, un tamarindo, un mamón, níspero o ciruelo?
Yo, como muchos, encontré refugio en un árbol, un mango, para pasar las horas amargas de mi infancia, en esa época en la que creía saber qué era amargura y que un simple regaño podía hacerme el más desdichado del mundo.
Creo que por eso se habla de "cultivar la amistad", porque cuidar de los amigos es como la labor del hortelano que hace todo lo que sabe y puede para que los árboles de su huerto sean saludables, fuertes y den buenos frutos.
Tener muchos amigos es como tener un bosque privado, propio, íntimo, en el que podemos salir a pasear cuando queremos y necesitamos, un bosque que conocemos hasta la saciedad pero del que no nos cansamos y por el contrario seguimos disfrutando más y más con el paso de los años.
Como todo bosque, con el pasar de los años algunos de sus árboles mueren y sólo quedan tocones que señalan el lugar donde habitó quien ya no está y que a duras penas es un recordatorio de lo que una vez fue hermoso y que sabemos nunca volverá a estar.
A veces los amigos mueren pero no los perdemos, su recuerdo es un árbol que no se seca, siempre dará sombra y abrigo, pero otras veces los perdemos sin que hayan muerto y es hasta más doloroso.
La deslealtad, la mentira y el descuido son como leñadores furtivos que se cuelan en nuestro bosque para talar y matar sin reparar en el irremediable daño que causan, pues nada revive un árbol como tampoco nada recupera la amistad perdida.
Sobre esto algo me ha enseñado la experiencia: perder un amigo duele, así nosotros mismos hayamos tomado la decisión de sacarlo de raíz de nuestras vidas pues con ellos muere una parte nuestra y a la luz de esto entiendo lo que dicen los viejos, que al fin y al cabo son los que saben: "no se hace leña con el árbol caído", no se debe intentar sacar provecho de las desgracias de un amigo, sería como bailar sobre la tumba de un amigo muerto.
Lo bueno es que también nacen nuevos árboles así como llegan nuevos amigos.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

oye! tengho tiempo sin leerte? que pasó? muy ocupado?

Anónimo dijo...

buen post, muy cierto, y a pesar de las lagunas, muy entendible...

el mismo anonimo de siempre... o de hace un tiempo, me reconoces? ... saludos... espero todo vaya bien..

Un pana colabora