El de hoy fue un día bastante normal, menos estresante que la mayoría, pero en lineas generales, igual que el resto, así que no sé por qué llegué a casa definitivamente extenuado, tan cansado que lo único que hice al entrar fue sentarme a la compu a hablar y hacer zapping para que el ruido me acompañara. Tardé mucho en encontrar las fuerzas necesarias para irme a la ducha, que buena falta me hacía. Me sentía pegajoso.
Entrar al baño me hizo darme cuenta que mi progenitora dedicó parte de su tiempo en hacer de las suyas, vistió la poceta con lo que parece un "vestido" hecho con alguna tela de mantel de cena navideña de la oficina, y puso un sannicolás de cera en una repisa justo a la altura de mis ojos. Parecía que el viejo me miraba descargar mis urgencias.
Luego, el agua, el jabón, la restregada, el disfrute de sentir salir el cansancio y ser reemplazado por un estado de relajación incipiente, momento que aprovechó mi mente para señalarme: "En el baño ya es Navidad y en mi todavía no". Taima. Vamos por partes.
Navidad para mi no tiene nada que ver con el concepto gringo hollywoodense de la felicidad perfecta porque papá volvió a casa, porque el hombre de mi vida se decidió por mi, o porque una gran y maravillosa aventura me sacará de mi tediosa vida para alegrarme y me regresará a casa justo a tiempo para comerme las hallacas y el pan de jamón junto a mi familia, no señor.
Tampoco es tiempo de reflexionar, que borracho no se piensa con claridad, porque no sé cómo será por donde están ustedes, pero acá en Maracaibo desde noviembre lo único que se hace es beber con la mayor frecuencia posible y con la mayor cantidad de gente alrededor que seamos capaz de convocar.
Navidad, según entiendo el mundo, es tiempo de reconocer que tampoco estuvo tan mal, tomársela con calma, disfrutar con lo que se tiene y soñar con más para el año que viene. Es tiempo de disfrutar de los afectos, porque a tanta reunidera hay que sacarle algún provecho, y no se me ocurre nada mejor que alimentar lo que se siente por la gente valiosa que tengo en mi vida.
Y no es que me sienta solo o vaina parecida, ni un poquitico, gracias a Eru. Es sólo que el día a día me deja sin momentos estelares, sin grandes y estruendosos recuerdos y termino viviendo semanas enteras llenas de días "bastante normales(...) pero en lineas generales, igual que el resto", como decía el principio y por eso resulta tan relevante que la Navidad haya llegado, que decoren de Navidad mi sala de baño y que se tenga la excusa perfecta y necesaria para reunirse con todos los grandes afectos, y los no tanto, pero agradables al fin cuando están cerca.
Sueño con el día en que para Navidad ya no necesite nada porque todo lo que necesite estará durmiendo a mi lado, en mi cama, pero mientras llega, seguiré reuniéndome, brindando, comiendo y abandonando a Santa en una repisa de mi baño.
Entrar al baño me hizo darme cuenta que mi progenitora dedicó parte de su tiempo en hacer de las suyas, vistió la poceta con lo que parece un "vestido" hecho con alguna tela de mantel de cena navideña de la oficina, y puso un sannicolás de cera en una repisa justo a la altura de mis ojos. Parecía que el viejo me miraba descargar mis urgencias.
Luego, el agua, el jabón, la restregada, el disfrute de sentir salir el cansancio y ser reemplazado por un estado de relajación incipiente, momento que aprovechó mi mente para señalarme: "En el baño ya es Navidad y en mi todavía no". Taima. Vamos por partes.
Navidad para mi no tiene nada que ver con el concepto gringo hollywoodense de la felicidad perfecta porque papá volvió a casa, porque el hombre de mi vida se decidió por mi, o porque una gran y maravillosa aventura me sacará de mi tediosa vida para alegrarme y me regresará a casa justo a tiempo para comerme las hallacas y el pan de jamón junto a mi familia, no señor.
Tampoco es tiempo de reflexionar, que borracho no se piensa con claridad, porque no sé cómo será por donde están ustedes, pero acá en Maracaibo desde noviembre lo único que se hace es beber con la mayor frecuencia posible y con la mayor cantidad de gente alrededor que seamos capaz de convocar.
Navidad, según entiendo el mundo, es tiempo de reconocer que tampoco estuvo tan mal, tomársela con calma, disfrutar con lo que se tiene y soñar con más para el año que viene. Es tiempo de disfrutar de los afectos, porque a tanta reunidera hay que sacarle algún provecho, y no se me ocurre nada mejor que alimentar lo que se siente por la gente valiosa que tengo en mi vida.
Y no es que me sienta solo o vaina parecida, ni un poquitico, gracias a Eru. Es sólo que el día a día me deja sin momentos estelares, sin grandes y estruendosos recuerdos y termino viviendo semanas enteras llenas de días "bastante normales(...) pero en lineas generales, igual que el resto", como decía el principio y por eso resulta tan relevante que la Navidad haya llegado, que decoren de Navidad mi sala de baño y que se tenga la excusa perfecta y necesaria para reunirse con todos los grandes afectos, y los no tanto, pero agradables al fin cuando están cerca.
Sueño con el día en que para Navidad ya no necesite nada porque todo lo que necesite estará durmiendo a mi lado, en mi cama, pero mientras llega, seguiré reuniéndome, brindando, comiendo y abandonando a Santa en una repisa de mi baño.