lunes, 9 de marzo de 2009

El 12 de mayo de 1983 fue domingo

Dice Alba, la bruja mayor de Calabozo, en el estado Guárico, que "uno nunca sabe cuándo está haciendo un recuerdo", esta historia lo confirma.


Para Carlos y Lorena, los quise y los quiero todavía.




Casi hacen 26 años que conocí a la primera chica que besé. Casi se cumplen 26 años del día en que me presentaron al primer chico del que creí estar enamorado. Era el segundo domingo de mayo, cuando en Venezuela celebramos el Día de la Madre, yo tenía 13 años, ellos 12 cada uno, y por primera vez en mi vida pasaba esa efeméride lejos de mi mamá, lejos de la casa donde hasta hacía dos semanas había pasado toda mi existencia, enviado a vivir junto a las dos personas que más conflictos me generaron durante toda mi infancia y mi adolescencia: mi padre y mi hermano mayor.
Me habían transplantado de ciudad, de familia, de contexto, y la única razón con la que me animaba a mi mismo a seguir adelante era pensar "aquí nadie me conoce, aquí tendré la oportunidad de cambiar", como si dejar de ser homosexual se determinara como se determina hacer una dieta, salir de viaje o comprar un libro. Como si ser marico fuera un asunto de exteriores, de lo que la gente cree saber de ti , de lo que creen ver o pretenden entender sobre algo que les es completamente ajeno.
Estaba cargado de miedos, acostumbrado a esconderme, a disimular, a intentar fingir para esconder lo inocultable, siendo como era, afectado en mis movimientos y manera de hablar, de voz aflautada, delicado y torpe para los deportes. Todo un cliché.
Me sentía solo, desarraigado, sin contexto y luchaba -ahora puedo darle nombre- por hacerme de un entramado social y afectivo que me permitiera seguir en pie, seguir viviendo lejos de lo que representaba estar en la misma casa sólo con las dos personas que más aversión me generaban en esos momentos de mi vida, lo que era poco más que estar solo.
Era domingo y había una verbena en el colegio en el que estudiaban unos primos que apenas conocí una semana antes, eran los únicos que conocía en esa ciudad y era lo único que tenía para hacer y que me permitía estar fuera de casa. 
Yo no entendía eso de verbena en el día de la madre, en Maracaibo eso es -o era en mis tiempos de muchacho- algo impensable. Ese día o estabas reunido en familia con tu madre, tu abuela y todas tus tías o eras un desnaturalizado, pero para los efectos yo no tenía madre, así que huí a la calle.
Ese día pasaron cosas importantes, tanto que puedo asegurar que me cambiaron la vida, todavía veo en mi memoria muchos detalles de la jornada. Yo vestía un pantalón blanco de lino, una chemise roja de la marca del caimancito, sin bolsillo y de niña -tenía los botones del lado izquierdo-. Mi propia versión de Miami Vice.
Al llegar mi primo me presentó "en sociedad", me acercó a sus compañeros de colegio y selló con eso los siete meses más intensos que viví hasta entonces y por mucho tiempo. Ese día me hice de amigos, fui popular, conseguí novia sin quererlo ni desearlo y me di cuenta que podía ocupar un lugar importante en la vida de gente que me estaba agradando mucho.
Recuerdo que pagué por entrar en el salón en el que se bailaba con una miniteca, recuerdo que luego de verme bailar algunas chicas pagaron la entrada para que bailara con ellas. Pagué por ver una película, no recuerdo cuál, pero sí recuerdo que fue allí donde logré entablar amistad con el chico de 12 años más lindo del planeta, allí me planté hasta hacerme su amigo.
Ese día mi autoestima se selló de tal manera que pocos meses después, a pesar de tener novia y ser popular tuve el valor de reconocer internamente y en voz alta que era homosexual y que, como se lo dije a mis amigos de esa época, no iba a cambiar por nadie y era decisión de ellos o no aceptarme, que no podía hacer nada y no quería hacer nada para cambiar el que yo era.
A los 13 años es muy importante saber que gustas, contar con buenos amigos y tener la oportunidad de ser quien eres. Carlos y Lorena me dieron esa oportunidad y 26 años después todavía se los agradezco.

8 comentarios:

Sandum dijo...

Que lindo!!!!! Y aun dices que yo soy 2.7?? Pero es que yo soy súper anticuado! A los 13 años ni soñar en decirle a un amigo (Y menos en tono de ultimátum). Me parecio muy chevere la historia, pero quede con ganas de mas, deberias darnos algunos detallitos! Saludos!

Carlitos dijo...

Pues deberías proponer temas, Sandum,a veces no escribo porque no sé si las cosas que se me ocurren les resultarán interesantes a mis lectores. A ver, propón a ver qué sale.

El Piloto dijo...

Muy bella esta historia! Aunque a veces me parece increíble, al igual que Sandum, a los 13 no podría haber soñado con decirle a alguien, es que ni yo mismo lo sabía!

Abrazos desde Bogotá!

Carlitos dijo...

Juro que todo es cierto!!! Tan cierto que hace un rato le reenvié el texto a Lorena, que hace unos meses me contacto por el faceebook. Yo siempre lo supe, no sé por qué, pero lo supe. Y bue, digamos que a los 13 yo era muy aventajado en varios aspectos, a lo mejor y me animo a escribir sobre los detalles truculentos de esa época...

Iliana Contreras dijo...

Me uno a la barra que clama los detalles de esta historia. Sin duda que a esa edad la aceptacion y la complicidad con los amigos forman una parte importante de nuestra personalidad y nuestra autoestima, y dejame decirte que contaste con mucha suerte! Que bueno! Yo lento pero seguro sigo posteando, hay algo nuevo en mi blog carlitos. Un besote y feliz fin de semana...manikita.

Anónimo dijo...

Pues acá tambien estoy yo fiel a toda tu intelectualidad y sabiduría!! Una gran historia.... y un marcado momento en tu vida... la diversidades de historias son las que hacen a uno rico en humanidad.

Todo fino Carlitos, siento que entre palabras, sinónimos y parrafos dijiste tanto... Saludos mi admiración fiel...

bylorena dijo...

Perdona por "meterme"... Y me alegra mucho haberte re-encontrado... ¡Gracias por haberme transportado a momentos tan inocentes y felices!
Me consta que es verdad... yo podría añadir otras imágenes más... las que recordaba... Hoy, 26 años después he "resuelto" una duda y, sin estarla buscando. ¡Un besote Carlos!.- Lorena

Angy dijo...

¡Yo también quiero más! Hasta ahora este es mi post favorito, tiene razón la zari, uno no sabe cuando está haciendo recuerdos. Es como si escribimos nuestra historia todos los días, pero no nos damos cuenta. Me encanta verte Carlos, como te dije, esta es otra manera de verte.

Yo tampoco escribo mucho porque no sé qué le interesa a los lectores, pero al final eso es lo de menos. Seguro habrá cosas que no les pareceran muy interesantes y las saltarán pero con otros a lo mejor nos vas a cautivar. ¡Adelante!

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