sábado, 21 de marzo de 2009

Otra de interés

Como que por fin vamos a pegar una aquí


Venezuela legalizará uniones homosexuales como "asociaciones de convivencia"

Caracas, 20 mar (EFE).- El Parlamento unicameral venezolano legalizará próximamente las uniones homosexuales y las reconocerá como "asociaciones de convivencia", informó hoy la diputada Romelia Matute.

"Está casi listo el informe para segunda (y definitiva) discusión del Proyecto de Ley Orgánica para la Equidad e Igualdad de Género", que incluirá un artículo que permitirá "la unión entre dos personas del mismo sexo y se decidió llamarla asociaciones de convivencia", declaró la legisladora a los periodistas.

Explicó que para ello los diputados de la Asamblea Nacional, de mayoría afín al Gobierno del presidente Hugo Chávez, se han reunido en diversas oportunidades con representantes de organizaciones de homosexuales, quienes solicitaron tal inclusión como "asociaciones de convivencia".

El respeto de los derechos humanos, "sin importar su orientación sexual", agregó, permitirá que dos personas del mismo sexo "puedan unirse legalmente y que esto tenga efectos jurídicos y patrimoniales, como ha ocurrido en muchos países como México, España, entre otros".

Matute previó que "no faltará quien diga que es una burla a la Constitución" que los diputados legalicen el asunto, pero insistió en que "no es una burla porque no está prohibido, no constituye un delito, que dos personas puedan unirse legalmente".

La Constitución venezolana establece, recordó, que toda persona tiene el derecho a ejercer la orientación e identidad sexual de su preferencia, de forma libre y sin discriminación alguna.

En consecuencia, prosiguió la legisladora, "el Estado reconocerá las asociaciones de convivencia constituidas entre dos personas del mismo sexo, por el mutuo acuerdo y el libre consentimiento, con plenos efectos jurídicos y patrimoniales".

"Quien en ejercicio de la libertad a que se refiere este artículo cambiare de género por causas quirúrgicas o de otra índole, tiene derecho al reconocimiento de su identidad y la expedición o modificación de los documentos asociados a la identificación", especificó.

Asimismo, dijo que el Estado "garantizará los medios médico-asistenciales que sean necesarios" para la "cabal inserción y reconocimiento social en condiciones de igualdad" de los homosexuales. EFE

lunes, 9 de marzo de 2009

El 12 de mayo de 1983 fue domingo

Dice Alba, la bruja mayor de Calabozo, en el estado Guárico, que "uno nunca sabe cuándo está haciendo un recuerdo", esta historia lo confirma.


Para Carlos y Lorena, los quise y los quiero todavía.




Casi hacen 26 años que conocí a la primera chica que besé. Casi se cumplen 26 años del día en que me presentaron al primer chico del que creí estar enamorado. Era el segundo domingo de mayo, cuando en Venezuela celebramos el Día de la Madre, yo tenía 13 años, ellos 12 cada uno, y por primera vez en mi vida pasaba esa efeméride lejos de mi mamá, lejos de la casa donde hasta hacía dos semanas había pasado toda mi existencia, enviado a vivir junto a las dos personas que más conflictos me generaron durante toda mi infancia y mi adolescencia: mi padre y mi hermano mayor.
Me habían transplantado de ciudad, de familia, de contexto, y la única razón con la que me animaba a mi mismo a seguir adelante era pensar "aquí nadie me conoce, aquí tendré la oportunidad de cambiar", como si dejar de ser homosexual se determinara como se determina hacer una dieta, salir de viaje o comprar un libro. Como si ser marico fuera un asunto de exteriores, de lo que la gente cree saber de ti , de lo que creen ver o pretenden entender sobre algo que les es completamente ajeno.
Estaba cargado de miedos, acostumbrado a esconderme, a disimular, a intentar fingir para esconder lo inocultable, siendo como era, afectado en mis movimientos y manera de hablar, de voz aflautada, delicado y torpe para los deportes. Todo un cliché.
Me sentía solo, desarraigado, sin contexto y luchaba -ahora puedo darle nombre- por hacerme de un entramado social y afectivo que me permitiera seguir en pie, seguir viviendo lejos de lo que representaba estar en la misma casa sólo con las dos personas que más aversión me generaban en esos momentos de mi vida, lo que era poco más que estar solo.
Era domingo y había una verbena en el colegio en el que estudiaban unos primos que apenas conocí una semana antes, eran los únicos que conocía en esa ciudad y era lo único que tenía para hacer y que me permitía estar fuera de casa. 
Yo no entendía eso de verbena en el día de la madre, en Maracaibo eso es -o era en mis tiempos de muchacho- algo impensable. Ese día o estabas reunido en familia con tu madre, tu abuela y todas tus tías o eras un desnaturalizado, pero para los efectos yo no tenía madre, así que huí a la calle.
Ese día pasaron cosas importantes, tanto que puedo asegurar que me cambiaron la vida, todavía veo en mi memoria muchos detalles de la jornada. Yo vestía un pantalón blanco de lino, una chemise roja de la marca del caimancito, sin bolsillo y de niña -tenía los botones del lado izquierdo-. Mi propia versión de Miami Vice.
Al llegar mi primo me presentó "en sociedad", me acercó a sus compañeros de colegio y selló con eso los siete meses más intensos que viví hasta entonces y por mucho tiempo. Ese día me hice de amigos, fui popular, conseguí novia sin quererlo ni desearlo y me di cuenta que podía ocupar un lugar importante en la vida de gente que me estaba agradando mucho.
Recuerdo que pagué por entrar en el salón en el que se bailaba con una miniteca, recuerdo que luego de verme bailar algunas chicas pagaron la entrada para que bailara con ellas. Pagué por ver una película, no recuerdo cuál, pero sí recuerdo que fue allí donde logré entablar amistad con el chico de 12 años más lindo del planeta, allí me planté hasta hacerme su amigo.
Ese día mi autoestima se selló de tal manera que pocos meses después, a pesar de tener novia y ser popular tuve el valor de reconocer internamente y en voz alta que era homosexual y que, como se lo dije a mis amigos de esa época, no iba a cambiar por nadie y era decisión de ellos o no aceptarme, que no podía hacer nada y no quería hacer nada para cambiar el que yo era.
A los 13 años es muy importante saber que gustas, contar con buenos amigos y tener la oportunidad de ser quien eres. Carlos y Lorena me dieron esa oportunidad y 26 años después todavía se los agradezco.

Un pana colabora